No solo de basura viven las ratas

La mañana comenzaba a nublarse sobre Engel, que fumaba tranquilamente en un banco de una de las plazas que hay en la zona obrera de la ciudad. Esa mañana habia bastante movimiento de gente para arriba y para abajo... "debe haber mercado hoy" penso Engel expulsando humo por la boca mientras observaba de forma condescendiente al gentio de la multitud que se chocaba uno contra otro como una fila de hormigas llevando comida al hormiguero.

Un día perfecto. Hacia un día perfecto, al menos para el gusto de la joven Dalia, la cual adoraba los días nublosos, o cuando llovía, o nevaba. Los días de invierno para ella siempre eran los mejores. Otoño tampoco se quedaba atrás.

Sus silenciosos pasos no llamaban la atención a los ciudadanos, pero si los colores de sus complementos, estampados contra el negro que siempre llevaría. La oscuridad bajo la felicidad, una felicidad falsa.

La mirada de algunas personas no mostraba exactamente confianza o buenas intenciones, otras personas la miraban de forma divertida y otras les causaban impacto y le agradaba su extrovertido look.

Dalia no era muy alta, y tenía pintas alegres. Dejó de ir entremedio de la multitud, tantos empujones la estaban poniendo nerviosa, y salió de aquella muchedumbre.

Sin previo aviso Engel fue sacado de sus reflexiones por una figura familiar en la lejania... se trataba de Dalia, una joven que habia ingresado no hace mucho en X Generation pero a la cual habia cogido cariño.
Estuvo pensando durante unos segundos si llamarla o dejarla seguir hacia donde fuera, pero viendo que no aparentaba tener ningun rumbo fijo el chico decidio sacarse el pitillo de la boca y alzar la voz lo suficiente para que su compañera girase la cabeza hacia el.

La tranquilidad del paseo sin rumbo de la chica fue interrumpido por un fuerte grito cuyas palabras pronunciaron su nombre: Dalia. Poniéndosele los pelos de punta ante el potente chillido.

Aquella voz le resultó familiar. Una voz que no hacía mucho escuchó por primera vez, y una voz que le encantó. Girando su cabeza por todas partes para encontrar al emisor, una vez sus azulados ojos, casi cristalinos lo localizaron, en los labios de la joven se dibujó una sonrisa, y rápidamente salió corriendo hacia Engel, sacudiendo su mano al aire.

-Engel!-dijo, una vez llegó a él-que sorpresa verte por aquí!

-Las cloacas son un poco agobiantes hasta para mi, de vez en cuando me gusta salir al exterior a sentarme y ver el mundo pasar. ¿Tu que haces por aqui pequeña saltamontes?-dijo comparando a Dalia con el aprendiz shaolin de la antigua serie "Kung Fu"

-Huuuum! no me gusta que me llames así!-dijo, mientras se giraba, cruzándose de brazos y mirando hacia otro lado, simulando un enfado no muy creíble, ya que no pasó ni un momento que volvió a mirar a Engel con una felina sonrisa.

-Bueno, pues...simplemente, quería respirar algo que no fuera el putrefacto olor que últimamente ronda por ahí. Me agobia bastante el ambiente que hay por hay dentro, además de que casi no veo personas...me paso el día encerrada por ahí-dijo, suspirando-no hay distracción

-Acostumbrate, por el momento seras la pequeña saltamontes-dijo sonriendo y poniendole la mano sobre la cabeza para picarla un poco.

Hizo una breve pausa para echar una calada y dar un vistazo alrededor, despues volvio a dirigirse hacia Dalia.

-La verdad es que las cosas por ahi abajo estan un poco muertas, me apetece dar una vuelta por aqui para ver un poco como le va a la ciudad y de paso estirar las piernas... ¿te vienes?

La sonrisa de la joven se ensanchó al escuchar su proposición.

-Por supuesto que sí! Ya era hora de que tuviese un rumbo fijo, no paraba de dar vueltas sin sentido-dijo ella, mientras se cogía al brazo de él con aquella gatuna sonrisilla en sus labios

-Ahora bien...tienes idea alguna de a donde ir que pueda merecer la pena hacer tanto ejercicio?-preguntó divertida.

-Pues si no me falla la memoria no muy lejos de aqui hay un parque bastante grande con muchos arboles, seguro que alli podemos divertirnos bastante y hacer un poco de ejercicio sin que nos molesten ¿que te parece chica gatuna?-dijo haciendole un guiño de complicidad y acariciandole las suaves orejas de gato

-Claro! Me encantaría-dijo ella, cerrando sus ojos, sintiéndose tímida ante el roce de la mano de él con sus orejas. Los nervios de estas habían sido conectados a los de ella, por lo que captaba las caricias como parte de su cuerpo. La implantación de genes de gato también le hacía sentirse complacida ante ello

-Pero ni se te ocurra ponerme una correa, eh?-musitó, mientras le sacaba la lengua.

-Nah, seguro que molas mas sin correa ni nada asi ¿verdad?-dijo mientras movia un poco el cascabel del cuello de Dalia y empezaba a andar por la calle.

Engel intentaba mantenerse alejado de la gente, se ponia nervioso al estar rodeado de una masa tan grande de gente.

-Tenlo seguro-dijo ella, mientras sonreía tímidamente ante los gestos de Engel. Después se puso en marcha caminando a su lado, observando cuantas personas diferentes había en el mundo. Muchos la miraban extrañados por sus orejas, sorprendiéndose, pero no diciendo nada.

Cuando finalmente llegaron al parque, Dalia observó cuantas parejas y familias había, algunas besándose, otras jugando con sus hijos...todo eso le parecía extraño.
Jamás habia sentido cariño...la única persona de la que habia sentido tal cosa era de Engel
-Que asco de humanos...-susurró para si misma.

Engel no pudo evitar reirse levemente al escuchar esa frase, le resultaba bastante familiar porque hace algunos años habia salido muchas veces de su boca. Con el paso de los años comprendio que no tenia sentido odiar a los humanos...

-Bueno, no es que sean mis favoritos pero no deberias verles como enemigos. Recuerda que nuestros enemigos reales son los necronomicones, los humanos son mas bien armas o herramientas para conseguir nuestros objetivos- contesto sonriendole a la adorable neko

-Hum...son solo ignorantes que piensan en ellos mismos, como los necronomicones, solo que con menos dinero...no son tan distintos, la única diferencia es que a ellos se les controla, a los necronomicones no, ellos llevan
Dijo, encogiéndose de hombros.
-Míralos, tan felices....ignorando todo a su alrededor, haciendo como si nada pasara-susurró, suspirando-Solo son muñecos-finalizó, mientras se dirigía hacia la hierba, bajo un árbol, sentándose bajo a el. Su mirada volvióp a vr a aquella pareja besandose, y moviendo rápidamente sus orejas, volvió a desviar su vista. Malditos humanos...

Engel se percato de que Dalia no dejaba de mirar hacia algo y cuando miro en la misma direccion que la joven neko vio a la pareja de humanos dandose el lote, supuso lo que eso significaba para ella... el tampoco habia recibido demasiado afecto asique comprendia como se sentia su amiga y no pudo mas que empatizar con ella.

Lanzo una piedra hacia donde estaban los tortolitos haciendo que se sobresaltaran y huyeran, a el tampoco le hacia demasiada gracia ver esas cosas.

-No te preocupes, algun dia tambien podremos ser igual o mas felices que ellos-dijo pasandole el brazo por los hombros y abrazandola para reconfortarla.

Miro a Engel con una mirada curiosa. Poco sabia ella dela afecto y los sentimientos. Siempre había sido guiada por su instinto y su mente, era egocéntrica, solo se había importado a sí misma.

Sonrió en cuanto Engel espantó a aquellos dos pesados tortolitos, dejando que la abrazase, sintiendo el calor de su cuerpo.

-Eso espero, sería un asco que tanto esfuerzo no valiese para nada, verdad?-musitó, mientras le daba un cariñoso lametón en la mejilla, tal y como solían manifestarse los gatos.

-Te aseguro que valdra la pena, te lo prometo-dijo intentando darle esperanzas a Dalia y un poco a si mismo tambien. La verdad es que el tambien esperaba que fuera asi, aunque muchas veces le flaqueaba la fe y continuaba adelante simplemente porque tampoco tendria otra cosa que hacer aunque lo quisiera.
Por un momento se quedo como distraido, se encontraba bastante comodo abrazando a Dalia asique se quedo un poco traspuesto.

Le sonrió de forma amplia ante sus palabras. Notó la leve flaquera mental que tuvo Engel, y no pensaba permitir que se deprimiera. Se abrazó más fuerte a él, simulando un leve maullido, para después volver a alzar su rostro y observarle con aquella carilla pícara.

-¿Quieres que hagamos algo? ¿Alguna cosa que siempre te gustase hacer? ¿Alguna cosa que quisieras tener? Sabes que soy una experta robando-dijo, hinchándose de orgullo ante sus últimas palabras.

Engel sonrio ante su intento de animarle.
-No es necesario que robes nada para mi, ahora mismo preferiria algo de accion-dijo levantandose poco a poco y tendiendole la mano a Dalia incitandola a levantarse y hacer algo.

Ella asintió, mientras tomaba su mano y sentia como era impulsada por el para levantarse. Se quedó mirando a sus ojos durante unos momentos, sonriendole y incorporandose del todo, mirando a su alrededor, en un intento de ver que podía haber de entretenido

-Tu dices que podemos hacer-dijo, mientras se estiraba

-mmm... pues a mi se me ocurren muchas cosas que podemos hacer para pasar el rato-dijo sin dejar de mirarla a los ojos y pasar las manos por su cuello acariciando el cascabel que la neko llevaba como colgante.
Entonces, sin previo aviso Engel levanto las manos y le saco el collar por encima de la cabeza sin romper la cabeza y mientras corria riendose y se lo guardaba en un bolsillo grito:

-Recuperalo si puedes!

-AH! Mi cascabel!-grito ella, mirando con furia a Engel, y empezando a correr velozmente a por el

-Devuelvemelo! es el único recuerdo que tengo del pasado!-dijo ella, hechando humos, tirandosele de un potente salto encima cuando llegó a alcanzarle, agarrandose a su espalda.

Se tiro al suelo en cuanto sintio el peso de Dalia en la espalda y rodo unos pocos metros para dejar un poco de distancia, sin dejar de reirse y de sonreir mirando a la joven alzo las manos y las puso a la vista para que pudiera comprobar que el cascabel no estaba en ninguna de ellas.

-En mis manos no esta, tendras que averiüar donde esta

-Serás!-dijo ella, enrabiada, empezando a meter mano en los bolsillos de el, buscando por todas aprtes, palpando su pectoral, sus pantalones, todo su cuerpo sin verguenza alguna en busca de su querdio cascabel.

El sonido que estre producía era todo relax para sus felinos oidos. Algo indescriptible y abrumador.

-uooooooo... como mola esto-dijo bromeando.

La verdad es que el echo de que Dalia le manoseara por todas partes no era en absoluto desagradable, aunque penso que ya era suficiente y que era momento de devolverle el cascabel.

-¿Quieres esto?-dijo sacandolo de un bolsillo interior y haciendolo tintinear mientras levantaba la mano